Los ninis son los jóvenes que ni estudian, ni trabajan, en su mayoría entre los 15 y 29 años de edad; es muy probable que conozcas a alguno e, incluso que tú seas uno de ellos.
El resultado de esta alta tasa de desempleo también se debe a la falta de oportunidades laborales, porque muchos de estos jóvenes estudiaron una carrera profesional pero no pudieron insertarse en el campo laboral.
La mayor parte de los ninis está en esa condición no por una decisión autónoma, sino por una realidad impuesta. El fenómeno se vuelve más preocupante cuando reconocemos que los ninis tienen una tasa de embarazo adolescente del 27%; menos del 10% se reinserta en el sistema educativo; y menos del 17% logra obtener un empleo formal entre los 19 y 25 años; además, son los más susceptibles de ingresar a actividades criminales y a tener problemas de adicciones.
Otro de los aspectos preocupantes de este fenómeno en nuestras sociedad es que aquellas personas que dejan de estudiar o trabajar en un determinado tiempo están en analfabetismo práctico, es decir que pierden sus competencias y habilidades aprendidas.
Además, este fenómeno genera un riesgo para el país: el desempleo crónico. Uno de los principales efectos de tener una reserva tan grande de personas inactivas es el hecho de que si una persona se mantiene desempleada por un cierto tiempo y no se redirige hacia la educación, corre el riesgo de caer en el desempleo crónico, porque las competencias que habrá adquirido en la educación tiendan a perderse.
A pesar de que es un segmento muy especial y sensible de la sociedad, en realidad conocemos poco el fenómeno de los ninis. La solución evidentemente no es simple, el problema de los jóvenes que ni estudian ni trabajan debe resolverse con políticas públicas específicas para este segmento de la población, con apoyo de los diferentes sectores para darles un entorno de mucha mayor protección.
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