"El viejo y querido caramelo CANDEL ASTRA (comúnmente denominado cande a secas), tan degustado en nuestra infancia, fue creado por un polaco llamado Pedro Steinbruch, caramelero de oficio, que vino a probar suerte en el Río de la Plata con su mujer allá por los años 30. Primero trabajó en algunas fábricas y luego desempolvó una receta personal.
"Dicen que los olores y sabores son los sentidos que nos transportan con más facilidad en el tiempo y el espacio. Y es algo que se confirma una y otra vez al hablar de estos caramelos. Como si fuera una palabra mágica, luego de pronunciar "Candel" muchas personas quedan como idas y empiezan a recordar... Que se derretía en el bolsillo y era un enchastre, que si la forma, que se pegaba en las muelas, que si lo chupaban hasta hacerlo finito y después lo masticaban y un enorme etcétera que se remonta a décadas o pocos años, dependiendo de la persona consultada.
Algunos lo asocian con la escuela, otros dicen que era el mejor caramelo para llevar a las interminables sesiones de cine de las matinés, otros se sacaron algún diente con esa pasta que no es ni dura ni blanda. Pero todos concuerdan que como el Candel no hay ni habrá, que tiene un no sé qué que lo hace único y que es mucho más que un caramelo, es un patrimonio nacional.
Bueno, lo que me llamó la atención de esta nota fue que algo tan uruguayo, tan nuestro, resultó ser producto de un polaco inmigrante, de oficio caramelero, que huyendo de la guerra y en busca de un futuro mejor para sus familia, desembarcó en Montevideo, puso manos a la obra y comenzó a fabricar caramelos en una gran olla sobre un primus (calentador a alcohol azul muy utilizado años atrás). Su esposa los envolvía a mano y junto a algunas vecinas, los vendían en el barrio, en las puertas de las escuelas y luego en almacenes y kioscos.
Una década más tarde, llegó a Uruguay otro polaco ex combatiente de la segunda guerra mundial de 22 años, llamado Jaime Grill (hoy de 84 años) y se casó con la hija de Steinbruch .
Él transformó el incipiente negocio de caramelos en la empresa que le daría marca registrada a los candel: ASTRA.
Con los años, se hizo cargo del negocio pero dada la demanda, no pudo seguir trabajando manualmente y se tuvo que modernizar. Compró máquinas y cuenta que le dio mucho trabajo lograr la consistencia única ( debida a una fórmula especial ), sólo lo logró con una máquina que él mismo inventó. Esa sí funcionó y llegó a hacer 400 Candel por minuto!!!Algo extraordinario según sus propias palabras.
En el año 2003, después de la crisis, tuvo que vender la fábrica y fue comprada por otra que conservó la marca, y, como dicen algunos vendedores de caramelos para promocionarlo: "este producto es "CANDEL ASTRA: el caramelo que se chupa y no se gasta".
Este caramelo viene acompañando a muchas generaciones, tantas que todos creen que el Candel "siempre existió", que siempre estuvo ahí, como algo natural que crece en el suelo de Uruguay.
¿Querés uno?
Escrito por : Elizabeth Wojnarowicz
"Dicen que los olores y sabores son los sentidos que nos transportan con más facilidad en el tiempo y el espacio. Y es algo que se confirma una y otra vez al hablar de estos caramelos. Como si fuera una palabra mágica, luego de pronunciar "Candel" muchas personas quedan como idas y empiezan a recordar... Que se derretía en el bolsillo y era un enchastre, que si la forma, que se pegaba en las muelas, que si lo chupaban hasta hacerlo finito y después lo masticaban y un enorme etcétera que se remonta a décadas o pocos años, dependiendo de la persona consultada.
Algunos lo asocian con la escuela, otros dicen que era el mejor caramelo para llevar a las interminables sesiones de cine de las matinés, otros se sacaron algún diente con esa pasta que no es ni dura ni blanda. Pero todos concuerdan que como el Candel no hay ni habrá, que tiene un no sé qué que lo hace único y que es mucho más que un caramelo, es un patrimonio nacional.
Bueno, lo que me llamó la atención de esta nota fue que algo tan uruguayo, tan nuestro, resultó ser producto de un polaco inmigrante, de oficio caramelero, que huyendo de la guerra y en busca de un futuro mejor para sus familia, desembarcó en Montevideo, puso manos a la obra y comenzó a fabricar caramelos en una gran olla sobre un primus (calentador a alcohol azul muy utilizado años atrás). Su esposa los envolvía a mano y junto a algunas vecinas, los vendían en el barrio, en las puertas de las escuelas y luego en almacenes y kioscos.
Una década más tarde, llegó a Uruguay otro polaco ex combatiente de la segunda guerra mundial de 22 años, llamado Jaime Grill (hoy de 84 años) y se casó con la hija de Steinbruch .
Él transformó el incipiente negocio de caramelos en la empresa que le daría marca registrada a los candel: ASTRA.
Con los años, se hizo cargo del negocio pero dada la demanda, no pudo seguir trabajando manualmente y se tuvo que modernizar. Compró máquinas y cuenta que le dio mucho trabajo lograr la consistencia única ( debida a una fórmula especial ), sólo lo logró con una máquina que él mismo inventó. Esa sí funcionó y llegó a hacer 400 Candel por minuto!!!Algo extraordinario según sus propias palabras.
En el año 2003, después de la crisis, tuvo que vender la fábrica y fue comprada por otra que conservó la marca, y, como dicen algunos vendedores de caramelos para promocionarlo: "este producto es "CANDEL ASTRA: el caramelo que se chupa y no se gasta".
Este caramelo viene acompañando a muchas generaciones, tantas que todos creen que el Candel "siempre existió", que siempre estuvo ahí, como algo natural que crece en el suelo de Uruguay.
¿Querés uno?
Escrito por : Elizabeth Wojnarowicz