"A la Aviación Vanguardia de la Patria".
La mujer alada materializada en bronce que se encuentra sobre su pedestal de granito, luciendo la inscripción "A la Aviación Vanguardia de la Patria", inserto en letras de bronce al pie del monumento, fue realizada por el escultor José Belloni entre los años 1926 y 1927. La maquette de yeso fue llevada a Buenos Aires (Arg.), y allí fundida en bronce por el escultor Alejandro Joris.
Esta obra fue realizada para ser colocada en la Escuela Militar de Aviación, cimiento de nuestra actual Fuerza Aérea, que en ese entonces estaba emplazada en el Aeródromo Cap. Boiso Lanza, frente al edificio de Comando de la Actual Brigada Aérea Nº 3. Luego, en el año 1970 sería trasladada a su actual emplazamiento, en la rotonda de la avenida de ingreso al Comando General de la Fuerza Aérea, con la finalidad de darle su verdadero y único significado o sea Monumento a la Aviación Militar del Uruguay para lo cual fue creado: "para que sea símbolo de aliento y futuro", que refleja un evidente mensaje de optimismo y confianza.
Este monumento se utilizó también a modo de homenaje, para inscribir en su pedestal en letras de oro, el nombre de los caídos en cumplimiento del deber. Estos nombres fueron quitados de su pedestal cuando se trasladó el monumento al lugar que hoy ocupa.
Existe una réplica de esta escultura en la "Plaza de la Aviación Nacional" frente al Antel Arena.
Muchas promociones han pasado junto a este Monumento desde que fue inaugurado en 1927, pero todos ellos presentes y ausentes siempre admiramos este monumento por su belleza y lo queremos por lo que él representa: "Monumento a nuestra Fuerza Aérea".
Desde lo alto de su pedestal y su mirada lejana, ha vivido desde su primera ubicación momentos alegres y ratos amargos, pero siempre serena fue admirada por todos como una estatua religiosa, como protectora, como una mujer hermosa y en donde más de un romántico la soñó como una novia y lo inspiró para escribirle poesías de amor.
La modelo, famosa entre los artistas en su juventud por su belleza, y que perdura en esta obra de Belloni, se llamó Delfa Ferreira. Años más tarde, siendo ya una mujer entrada en años, la Fuerza Aérea la reconoció otorgándole el grado de Cabo, obteniendo así una pensión que paliaría la frágil situación económica por la que atravesaba.